ESTA DESCUIDADA ACTUALMENTE LA INTERRELACION ENTRE LA AGRICULTURA, ALIMENTACIÓN Y SALUD DEL SER HUMANO

                                                                                                  Por: Ing. Luis Sivisaca Caraguay[1]

Todos los seres humanos anhelamos siempre gozar de plena salud, para sentirnos con bienestar; sin embargo, en los últimos tiempos, en la mayoría de las personas, es una preocupación porque a tempranas edades ya se sienten enfermos.  Entonces, nos preguntamos: ¿Por qué está ocurriendo esto?

Para responder a esta interrogante es necesario analizar algunos aspectos.

Primero tiene relación con la agricultura, la que se encarga de cultivar la tierra para producir alimentos de origen vegetal y animal. Si hacemos una breve reconstrucción histórica del hacer de la agricultura en Latinoamérica y de manera particular en nuestro país, en la región andina, determinamos que los agricultores en sus fincas sembraban una diversidad de cultivos nativos como cereales, tubérculos, leguminosas, oleaginosas, verduras, frutas y plantas medicinales, sin la utilización de pesticidas -ahora llamados agroquímicos-; por tanto, eran productos sanos.

No obstante, a partir de la década de los años 50 y 60 nuestros agricultores paulatinamente fueron incorporando en los procesos productivos de sus fincas insumos externos, como fertilizantes sintéticos, pesticidas y semillas “certificadas”, con el argumento de elevar la productividad de los diferentes cultivos, a fin de satisfacer la demanda de alimentos por la creciente explosión demográfica.

Esta situación es real, dado que la FAO, en el año de 1963,  valida la propuesta de la Revolución Verde, en  el Congreso Mundial de la Alimentación, donde deciden impulsar un plan de desarrollo agrario a nivel mundial (el World Plan for Agricultural Development), con el justificativo de incrementar la productividad agraria, ante la necesidad creciente de alimentos causada por el aumento de la población mundial; proposición que recibió el apoyo, entre otros, de las fundaciones Ford y Rockefeller.

La decisión que asumieron, en ese momento, los técnicos y agricultores de nuestros países frente a la problemática expuesta no fue la mejor, debido a que no analizaron los efectos e impactos que causaría el emplear insumos externos. Ahora estamos palpando el daño que han causado al medio ambiente porque han contaminado el agua, ha matado a los microorganismos del suelo y lo ha contaminado; los alimentos también están contaminados, por el efecto residual de los pesticidas; causando problemas de carácter  neurológicas, reproductivas, endocrinas o inmunológicas, fracasos funcionales y alteraciones importantes del comportamiento en el ser humano; y, la aparición de enfermedades antes no conocidas como el cáncer, que están provocando muchas muertes.

Cabe señalar que los pesticidas son productos químicos de alta toxicidad, como son los organoclorados, organofosforados, carbonatos y los piretroides. Por ejemplo, el DDT (dicloro difenil tricloroetano) es un organoclorado, que, a los 30 años de salir al mercado, los Estados Unidos de Norte América, en el año de 1972, a través de la Agencia de Protección del Medio Ambiente, prohibió el uso; sin embargo, en nuestro país en las zonas rurales aún se utiliza.

Sin duda esta situación ocurre porque no reflexionamos de las estrategias que tienen quienes promocionaban estos productos. Los países “desarrollados” siempre tuvieron y tienen el interés de vender sus productos para acumular capital, sin importarles lo que ocurra al ser humano y a la Naturaleza. Y, lo más sorprendente es que la mayoría de las Carreras Agropecuarias de las Universidades Latinoamericanas formaron y están formando profesionales para que éstos se constituyan en vendedores de las empresas transnacionales de manera gratis, porque a través de la capacitación y asistencia técnica que ellos dan, recetan pesticidas para que compren los productores.

La consecuencia de la implementación de la Revolución Verde en nuestros pueblos es que los sistemas tradicionales están en vías de extinción y prima actualmente la agricultura convencional, generando efectos e impactos negativos, principalmente en la salud del ser humano y al medio ambiente.

El ser humano al sentirse enfermo acude a la medicina convencional, que los médicos recetan, a fin de buscar la “curación de las enfermedades”, que en la mayoría de los casos sólo representa un tranquilizante sin lograr recuperar la salud de manera definitiva; sin embargo, ha gastado dinero, favoreciendo la acumulación de capital de las farmacéuticas transnacionales. En definitiva, éstas hacen doble negocio; es decir, venden los pesticidas para que se enferme la población y vende las medicinas para que los pacientes “restablezcan la salud”. Frente a esta realidad reflexionemos profundamente y busquemos otras opciones de hacer agricultura para producir alimentos sanos y no contaminar el medio ambiente.

Segundo, tiene que ver con la alimentación. La mayoría de la población de los países latinoamericanos y del Ecuador, en particular, influenciados por la publicidad que se trasmiten en los medios de comunicación han cambiado los patrones y hábitos de alimentarse. Han perdido su identidad y patrimonio agroalimentario. Esta situación se corresponde a lo que señala la Asociación Ecológica, Tecnológica y Cultura en los Andes, mediante LEISA revista de Agroecología, volumen 23, en los siguientes términos: “los saberes y los recursos locales son desconocidos y muchas veces despreciados, a menudo reemplaza los alimentos tradicionales de alto valor nutritivo por alimentos procesados comercialmente que no contribuyen a una alimentación balanceada. Por esta razón, pese a la variada existencia en nuestros países de cultivos y recursos locales de alto valor nutritivo, se hace necesario apoyar su recuperación y revaloración”.

Una adecuada alimentación, y la vegetariana es la mejor, permite salud y da vigor a las personas, permitiéndole una vida más plena y feliz. Por ello, concuerdo con la frase célebre de Hipócrates, que dijo: “Que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento”.

Actualmente, el hombre y la mujer, se encuentra ante la urgente necesidad de un cambio de los hábitos alimenticios; es decir, dejar de consumir productos contaminados con pesticidas o los procesados que contienen preservantes, colorantes - llamados comida chatarra-, por alimentos naturales, que son sanos, por ejemplo, verduras, cereales, tubérculos, leguminosas y oleaginosas, frutas, plantas medicinales, etc.; mismos que deben ser producidos en las fincas agroecológicas. He ahí se justifica el cambio de visión de hacer agricultura - el dejar el convencional y retomar, potenciar la agricultura agroecológica.

El éxito también está en saber suministrar una alimentación equilibrada. Según el Centro de nutrición vegetariana, en su guía práctica, 1996, señala que no basta comer en cantidad, sino es necesario aprender a alimentarse con calidad, para mejorar o mantener la salud y la energía. Para ello, es necesario que una persona ingiera alimentos energéticos, proteínas y los reguladores. Los primeros son los llamados combustibles, porque están destinados a quemarse en nuestro organismo para proporcionar el calor y la energía necesaria para los procesos metabólicos; las proteínas, constituyen el grupo de alimentos reparadores y formadores de tejidos, es decir, sirven para formar nuevos tejidos o para reparar el desgaste de los que ya constituyen nuestro cuerpo; y, los reguladores son indispensables para el normal funcionamiento del organismo.  Este criterio señalado, también comparte Manuel Lezaeta Acharan, en su libro La medicina natural al alcance de todos, con los siguientes términos: “… otras condiciones indispensables a una buena nutrición son: comer alimentos adecuados en calidad y cantidad y también en combinación conveniente”. Igualmente, este autor, dice que “la nutrición constituye la función fundamental del proceso vital, mediante ella se forma y conserva el cuerpo”.

Y, el tercer aspecto de análisis tiene que ver con la salud. Según la Asociación Interamericana de Biocultura, en el libro Como vivir sano, precisa que la salud “es el resultado del perfecto cumplimiento a las leyes naturales que rigen nuestro ser. Y, que la, enfermedad “es la trasgresión a dichas leyes, ya sea voluntaria o no. Es una ley de causa y efecto, cuyos malos resultados no pueden desaparecer, sino volviendo al cumplimiento de dichas leyes”.

Con los elementos analizados podemos concluir que la salud de todo ser humano depende directamente de la calidad y la higiene de los alimentos que ingiere diariamente.

Entonces, al conocer que la agricultura convencional es uno de los causantes de los desastres ambientales, sociales y económicos; puesto que en la mayoría de las regiones de los países latino americanos, y en particular en nuestro país y la Región Sur del Ecuador, se están produciendo alimentos  contaminados con pesticidas; se ha contaminado el suelo, agua y por ende el ambiente; por lo que es urgente retornar a la agricultura agroecológica, debido a las bondades que ésta ofrece, desde hace miles de años.  

La validez e importancia de la agricultura agroecológica, es sustentada y defendida por científicos de diferentes partes del planeta. Por ejemplo, el científico francés, Francis Chaboussou, afirma que “en suelo sano crecen plantas sanas y las plagas mueren de hambre”. Y, Fernando Funes Monzote, señala que “en un suelo sano se reproduce la vida y se aumenta la diversidad de microorganismos y la biota responsable de las descomposiciones de los materiales orgánicos”. 

Para lograr el cambio se requiere trabajar en varios ámbitos. A nivel superior, las  Universidades, dentro del campo agropecuario, deben fortalecer la implementación de  currículos, para formar profesionales, de grado y posgrado, en agricultura agroecológica; hacer investigaciones para conocer los efectos e impactos de carácter social, ambiental y económico que ha provocado los pesticidas, en diferentes sitios del país; generar conocimientos y tecnologías para hacer agricultura agroecológica, por ejemplo elaborar productos biológicos y abonos orgánicos para sustituir a los químicos; estudiar cuánto se ha perdido los recursos genéticos existentes en los sistemas de producción tradicionales de la Región Andina; recuperar, valorar y difundir los saberes ancestrales sobre el manejo de suelos, agua, cultivos, animales, etc., entre otros aspectos.

Producto de los resultados de la formación de los talentos humanos y de las investigaciones realizadas, implementar planes sostenidos de capacitación para los productores (as) y campesinos (as), a fin de sensibilizar, concienciar a la población rural, para que paulatinamente implementen fincas agroecológicas; y, en el mediano y largo plazo se produzcan, en el sector rural, alimentos, tanto en cantidad como en calidad (saludables).

A nivel urbano, también, es posible producir alimentos en forma saludable. Por ejemplo, en las pequeñas áreas libres, como el patio, las terrazas, implementar huertos urbanos para cultivar hortalizas, plantas medicinales y especies. A más de producir, permite a los miembros de la familia a incorporarse al trabajo, actividad que contribuye a crear espacios de diálogo e integración familiar; y, les permite a todos hacer ejercicios físicos y así evitar el sedentarismo a muchas personas; acciones que ayuda a eliminar el estrés – la enfermedad del siglo 21-.

Todas las acciones señaladas permitirán asegurar la seguridad y soberanía alimentaria en el Latinoamérica y en el Ecuador, principalmente en la Región Andina. Así mismo, será posible en el mejoramiento de la calidad del medio ambiente, a fin de poder contar con suelos no contaminados; y, que las personas puedan beber agua limpia y respirar aire puro; como contribuir a la mitigación del calentamiento global. 

En base del análisis realizado se concluye que actualmente si está descuidada la interrelación entre la agricultura, alimentación y la salud del ser humano. Por parte de empresas agropecuarias interesa más el acumular capital (riqueza), sin importar la salud del ser humano y de la Naturaleza. Los productores y consumidores no reflexionamos sobre la pertinencia en cuanto a la calidad de los alimentos, que estos sean saludables. Por ello, es urgente y necesario reconstruir nuestra realidad e impulsar programas y proyectos que contribuyan en el restablecimiento de la calidad de producción, distribución y uso de los alimentos; y, en el mejoramiento de los hábitos de alimentación.

Si actuamos con creatividad es posible producir nuestros propios alimentos saludables; he ahí esta la oportunidad de hacer la experiencia, cuyas vivencias difundamos a los amigos y vecinos de las diferentes comunidades. Además, es un desafío para las diferentes instituciones educativas y de desarrollo del país y de la Región Sur del Ecuador, en implementar propuestas viables y sostenibles para el cambio de la realidad actual, respecto a la agricultura y la alimentación, para así asegurar una buena salud de la población.    

Vale la ocasión recordar y reflexionar el pensamiento de Manuel Lezaeta Acharan, que dice que “la salud vale más que la vida porque ésta sin aquella no vale la pena vivirla”.

Bibliografía consultada

Asociación Interamericana de biocultura. s/f. Como vivir sano. Manual de higiene y autoterapia indispensable para los hogares. Métodos de curación natural de las enfermedades. Buenos Aires-Argentina

Lazaeta Acharan Manuel. 1950. La Medicina Natural al alcance de todos. Undécima edición. Santiago de Chile.



[1] Presidente Colectivo “Alianza Bareque” y Ex Docente de la Facultad Área agropecuaria y de Recursos Naturales Renovables.

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